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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Una mujer feliz.



"Quiero ser feliz...  ayúdame."
Estos pedidos escucho muy a menudo como psicóloga, también: "no me vas a entender nunca, eres feliz porque tus padres te solucionan todas tus problemas y cumplen todos tus caprichos."
Ser feliz... ¿Cómo ser una mujer feliz? ¿Soy feliz?

El teléfono.
Mi relación con el teléfono no es de amigos, no somos amigos y nunca fuimos, tampoco lo considero de familia. No estamos enamorados y no lo quiero ni mirar, ni tocar, ni abrazar, ni acariciar, ni besar. Somos dos desconocidos que de vez en cuando intercambian los toques odiosamente necesarios. "Si" a las malas noticias, siempre inesperadas esperadas malas noticias que recibía con rabia y resignación.

Cuando escucho el sonido de teléfono, se me doblan las rodillas, me tiemblan las manos... la espera de malas noticias nunca fue superada. Casi no hablo por teléfono, muy poco, lo necesario y de urgencia, no le tengo cariño, para mi es un mal necesario.

La abuela.
"No podemos hacer nada por tu abuela, su cáncer es terminal, estará mejor en casa. ¿Puedes venir?" Puedo. Tengo 13 años, muchas tareas, mañana tengo dos exámenes en el colegio, pero iré como hice todos los días durante últimos 5 meses. El hospital oncológico esta lejos de mi casa, casi fuera de la ciudad como si los enfermos de cáncer fueron unos leprosos.

Es un lugar humilde, siniestro, oscuro, me asusta, me angustia y me deprime, pero es el único que hay y no hay horario para las visitas, todos vienen cuando quieren y pueden. Vivo en el centro de la ciudad, a una cuadra de palacio del gobierno local, frente al parque central. Me dicen que es un lugar privilegiado para vivir, sólo para las personas importantes, y que soy una niña bonita con suerte. Bonita con suerte...

A un año de edad yo ya hablaba, a los tres aprendí a leer, a los 6 sabía de memoria las novelas de Alexandre Dumas y quería como esposo al conde de Montecristo, hasta lo dibujaba: con manos fuertes y la mirada penetrante y protectora. En casa había una fantástica biblioteca, leer para mi era como tomar el agua, una necesidad y una refrescante compañía.

Todos los días, después de mis clases en colegio, tomo a la misma hora un bus para llegar al hospital juntos con muchos campesinos que regresan a sus casas después de vender sus productos en el mercado central. Mi abuela paterna cada día está más débil, más pálida y con menos peso, esta postrada en una cama de un oscuro y grande cuarto con 25 enfermos más.

No la puedo ver así, en los viajes de regreso me tapo la cara con una bufanda y lloro en silencio. Es otoño europeo, oscurece temprano, ya hace bastante frío, pronto va a caer la nieve, falta muy poco para el fin del año.

En la casa no hay fotos, no me gustan, todos a quien quiero están en mi memoria, en mi corazón , en mi alma, en mis recuerdos, no los puedo borrar de mi mente y no necesito ver a una imagen para recordar cómo eran o cómo son.

"Es mejor que tu abuela pase sus últimos días en casa con su familia..." Su familia soy yo, y la cuido con el mismo esmero y la misma devoción como hacía ella desde que yo nací. Casi un mes que vivo a su lado en un sillón donde hago mis tareas de colegio, la alimento, le cuento mis cosas, le canto, le bailo y hasta la hago reír.

Duermo poco, muy poco, no sé cuánto y no sé si duermo. Hace un año que murió mi abuelo de una enfermedad larga y crónica, lo cuidaba en casa, mi abuela ya estaba hospitalizada y apenas tuvo fuerzas para estar en el entierro de su esposo.

Siempre evito paseos por los cementerios, para mi no es un parque, no asisto a los entierros,  pero necesito visitar las tumbas de mis familiares, vivo muchos años en el extranjero, fue un viaje sin regreso, y no estoy segura que después de tantos cambios que pasaron en mi país las podré ubicar en un enorme, viejo y descuidado cementerio.

Mi abuela me dijo antes de morir: "cuando cumples 18, cásate con un buen hombre, te va a cuidar, te va a proteger, los hijos te van a alegrar la vida, no puedes estar sola en el mundo, eres mujer, eres frágil, este mundo es de hombres. No digas a nadie que estas sola, orfanato no es para ti, toma todos mis ahorros, eres valiente, tú puedes."

Ella murió a los 53 años en él último día de noviembre cuando los árboles en parque ya estaban cubiertos de nieve, un año y 5 días después de la muerte de su esposo. Los doctores dijeron que le quedaba una semana de vida, pero me regaló casi un mes más de su compañía.

No tenemos familiares y todos los trámites de entierro eran a mi cargo. Estoy cansada, muy cansada de entierros y cementerios, tengo sólo 13 años, me siento que viví mucho, que lloré mucho, demasiado para tan pocos años pero no sé qué hacer, me da mucho miedo, mucho frío, mucha angustia, me desespero, me siento insegura, asustada, desprotegida, muy sola y muy infeliz. Pienso que estoy en un infierno, mí infierno.

La soledad parece confirmada e irremediable. Lloro tres día sin parar hasta cansarme y después otros tres duermo con la esperanza de no despertar jamás. No quiero preguntar por qué se fueron todos y me dejaron sola, no hay a quien preguntar. Quiero vivir, quiero sobrevivir pero no sé cómo. Necesito pensar, necesito un plan de supervivencia, necesito con urgencia buscar motivos y razones para amar la vida y tener las ganas de vivir, debo aprender de creer en las personas y de confiar.

Para cumplir mis metas debo estar sana, lúcida , tranquila, concentrada, ordenada. Debo asumir que nadie me espera, que nadie me va a cocinar, ni lavar mi ropa, ni limpiar la casa, ni pagar mis cuentas, ni despertarme por las mañanas, ni preparar mi uniforme de colegio, ni recoger mi libreta de notas, ni asistir a las reuniones de los padres de familia, ni preguntar si estoy bien, si tengo hambre, si estoy enferma...

No puedo estar enferma, prohibido, estoy sola en el mundo, nadie me va cuidar, nadie me debe nada, a nadie puedo acudir de pedir ayuda, si no me preocupo por mi salud, nadie lo hará, a nadie importa, y por lo tanto debo cuidar mi salud y mi cuerpo.

Estudiaba mucho, no me importaba que estaba resfriada con fiebre, me daba igual, hasta que un día perdí el conocimiento. No sé cuánto tiempo pasó y cuando me desperté en el suelo, me asuste que puedo morir así y nadie me va a encontrar. Debo aprender a cocinar, debo saber todo lo relacionado con la comida saludable, qué lo que estoy consumiendo, qué lo que es bueno o no para mi, y no vivir sólo de manzanas, galletas y jugo de tomate.

Debo terminar el colegio, entrar en la universidad, seguir con mis cursos de teatro, no dejar de bailar, modelar, patinar sobre hielo y pintar. Tengo 13, me falta menos de 3 años para graduarme en secundaria, yo puedo, soy fuerte, debo seguir. "Una tía lejana me vino a cuidar", mentía a todo el mundo que apenas me prestaba la atención. Todos tenían sus familias y sus problemas que resolver.

Yo era una de las mejores alumnas, siempre bien vestida, peinada, limpia, ordenada, puntual, con tareas bien hechas y en colegio nadie me preguntaba nada. Tenía mucho miedo ir a un orfanato local con terrible fama y por eso las cosas debían que ser perfectas para que no se notaba la ausencia de un adulto a mi lado.

En lugar de padres firmaba mi libreta de notas y todos los permisos, y para las reuniones de padres enviaba a una vecina de 19 años como si fuera mi "prima". No tengo primos, ni hermanos, ni tíos, soy la hija única como también fueron mis padres, abuelos maternos y paternos.
Seré lo que quiero ser, lo que soñaba y nadie me va a impedir. No siempre sabía lo que quería, pero estaba absolutamente segura qué lo que no quería hacer.

No fumo, no bebo alcohol, no tomo ninguna clase de pastillas y no sé nada de drogas, es un mundo totalmente desconocido para mi, siempre estaba demasiado ocupada de querer sobrevivir y no estaba en mis planes hundirme en los vicios.

Después de colegio pasaba encerrada en mi casa estudiando, preparaba mi comida, limpiaba, lavaba, pintaba paredes... aprendí a los 13 años un montón de cosas que debe saber una ama de casa. A los 16 ingresé a la universidad a estudiar psicología, por las noches otra carrera de periodismo. Ser fuerte era mi única opción, me sentí obligada a no fallar. Yo estaba bien, mucho mejor, más segura, y hasta trataba de sonreír que ya era un gran logro.

Semanalmente visitaba a cinco tumbas en dos cementerios y regresaba agotada y muy decaída. "Te vas a enfermar, debes viajar, es mejor, necesitas otros aires," me dijo mi profesor de psicología. Le hice caso, dejé todo para vivir en un país muy diferente, a miles de kilómetros de mi lugar de origen, sin trabajo y sin saber el idioma local. No fue por amor a un hombre como muchos piensan, no fue por amor, nada de amor...

La mentira.
Siempre pido la verdad, quiero la verdad por más dolorosa que sea, sobreviviré, pero la mentira me puede matar.

La pintura. 
Pintaba desde siempre con mi joven abuela paterna que era traductora, pintora y directora de un museo del arte contemporáneo. Cuando me quedé sola, por las noches tenía mucho miedo, dormía con unas grandes tijeras bajo la almohada en un departamento en el primer piso sin rejas que me parecía muy inseguro.

Casi no dormía, hacía mis tareas escolares, a veces pintaba a las personas que quería o me gustaban: rostros, miradas, manos, cuerpos...  y las pegaba en las paredes para sentirme acompañada. Me miraban y parecía que no estaba tan sola, era un recurso muy infantil, pero me fue de gran ayuda.

Las cosas eran difíciles, horas largas, interminables y temerosas, iba contra la corriente, quería demostrar que puedo estar estudiando hasta 20 horas seguidas. Hasta ahora duermo muy poco, apenas 3-4 horas, puedo pasar muchas horas despierta y concentrada. Nunca pude dormir 8 horas seguidos, era y es imposible. Soy organizada, sé lo que debo hacer, lo que quiero hacer y cuándo, es la costumbre.

Nadie me obligaba, nadie me aconsejaba, nadie me gritaba, nadie me daba ni órdenes ni golpes. No tenía tiempo para tener muchas amigas, estaba muy ocupada. No puedes tener "un millón de amigos", es mentira, quizás admiradores, seguidores, fanáticos, pacientes, alumnos, lectores...pero a las buenas y verdaderas amigas apenas 2 o 4.

La gastronomía.
A los 16 años yo ya sabía cocinar de todo y mi amor por la gastronomía sigue creciendo. Busco a las mejores recetas, disfruto ir sola a los mercados, hablo con los cocineros famosos y no tan famosos, observo y aprendo. Cocinaba mucho, inventaba recetas, fusionaba sabores, olores, sentimientos, recuerdos, sueños...

Con los años llegó la inesperada sensualidad, erotismo, deseo, pasión... el gusto de ser mujer, de ser deseada, de ser amada, de tener poder, de sentir placer, de apreciar la entrega...

Tengo paciencia a prueba de balas: yo confío, yo creo, yo espero, yo tengo esperanzas. Decidí ser lo que soy, nadie me obligó. Es mi vida y la juego cuando siento que vale la pena de correr el riesgo. Hay tanto desamor alrededor, tanto resentimiento, envidia, despecho, odio, violencia... No tengo otra opción que ser fuerte, no quiero que mi fragilidad y mi sensibilidad me juegan en contra.

La fama.
Amo mi privacidad, mi intimidad, mis silencios, mis recuerdos, mi soledad... Me enferman las alfombras rojas y las poses falsas que hay que poner delante de las cámaras: "¿quien es tu diseñador?" Lo hice con la cortina de mi dormitorio como "La novicia rebelde". Estos eventos son muy necesarios para la industria y tienen su legión de contentos seguidores.

Los peluches.
No soy amante de los peluches. de niña tenía a un oso grande que me acompañaba y cada vez que escuchaba algún ruido por la noche, lo abrazaba con fuerzas buscando protección. Conservo algunos, pero los peluches me ponen triste y los trato de evitar.

Las flores.
Las rosas rojas...

El hombre.
Hay muchos buenos hombres en el mundo, sólo es cuestión de suerte en coincidir con ellos en el tiempo, lugar, metas, planes, sueños, deseos... El amor es contagioso, y la pasión, y el deseo, pero también la indiferencia: ¿Te da igual? A mí también.

No me digan que los hombres no saben amar y no les importa nada. Claro que les importa el amor y aman como locos, una barbaridad. Nosotras no amamos ni la mitad como aman ellos, solo que nuestro amor es distinto: es compartido, comentado, comparado, gritado, susurrado, es teatral, bullicioso, carnavalesco, pueblerino... no sabemos guardar secretos y menos las alegrías.

Que me aman y que me pidieron el matrimonio debe saber el mundo entero... todos. Si la relación no funciona, tiene arreglo con una frase: el maldito se fue. Si un hombre se va, no significa que es una mala persona y un "maldito", sólo que no es para ti, quien es para ti, se queda contigo y te hace feliz.

Un hombre que ama mucho habla poco, es cuidadoso, no comenta demasiado, sus palabras son austeras y punzantes, porque hay un gran sentimiento que lo invade pero también lo confunde, crea temor, incertidumbre, no puede encontrar las palabras que necesita y esto lo desespera.

Muchas veces pasa por su mente: si me ama, si hay química, ella entenderá las veinte palabras que hay detrás de cada una que digo o escribo. Si no es así, se siente muy solo, furioso, frustrado e infeliz.

Soy una mujer y yo quiero ser amada más que nunca, ni poco, ni a veces, ni "tal vez", ni "quizás", ni "después", ni "posiblemente", ni "ya veremos", ni "cuando decido", ni "cuando estoy mejor", ni "cuando vengo", ni "cuando me antoja" , ni "cuando mereces", ni "cuando estoy de buen humor"... amada más que nunca o nada.  Si no me siento amada, no hay relación. No quiero menos, no quiero sobras, quiero lo que merezco y lo que doy. Un hombre infiel y frío me asusta más que la soledad.

Siento tus labios diciendo las palabras invisibles que se pierden, no las puedo ni oír ni ver, pero las puedo sentir en mis labios. Las palabras tienen colores, sabores, aromas... los nombres también. Tu nombre me sabe a mar.

El mar.
En invierno el mar parece a un hombre que te deja de querer: intranquilo, agitado, apurado, furioso, violento, escurridizo, mentiroso, cruel... y frío, muy frío. Vivo cerca de él y lo quiero comprender, nuestro trato es de respeto. Nací en un lugar sin mar, nos estamos conociendo para ver si podemos ser amigos.

El matrimonio.
No es una mala idea pero sólo con un hombre que piensa lo mismo y entiende el compromiso. Una mujer puede vivir sin los hombres en general, pero es un poco difícil sin un hombre que quiere. No se puede morir de amor, pero te puede consumir y enfermar la angustia, la ansiedad, la depresión, la soledad, la tristeza, la incertidumbre, la obsesión, la culpa, el arrepentimiento, los celos...

El amor.
Hacer el amor... suena muy bien en español, suena bonito, discreto, elegante, tierno... pero todos sabemos que el amor no se hace, el amor se nace, hacemos otra cosa, y si hacemos con amor o no, es la decisión y la suerte de cada uno.

No lamento y no lloro sobre la leche derramada. Lo hice, ya no importa, hecho hecho está, tomo como un aprendizaje, como una lección, como una advertencia. Posiblemente no lo haría de nuevo, pero era el momento cuando estaba totalmente segura que lo que
decía y hacía era lo correcto, era lo mejor.

No lamentas de decir "te amo" y no ser correspondida. Tú amaste, él no, más feliz quien más amó, tú ganas, perdedor es él. Sonríe, fue amor, tú sí sabes qué es esto y él no tiene ni idea, déjalo ir y duerme tranquila. Hay sufrimientos que no puedes evitar, pero otros sí como estar al lado de un hombre que no te quiere. Sólo tú puedes decidir quien se queda o no a tu lado.

Es importante saber qué lo que quieres y más importante saber qué lo que no quieres, lo que no te hace feliz, lo que te hace sufrir, lo que va contra tus principios, cuál es tu prioridad en la vida y con que persona te gustaría compartir tu hogar. Respetar a las opiniones, pensamientos, gustos, deseos y la manera de ser... es lo vital, es muy importante, sobre todo cuando vives en el extranjero y todo es muy diferente y ajeno.

No tengas miedo de pensar diferente y dar tu opinión y tu punto de vista, unos la comparten, otros no, pero es tú opinión y tú aporte, es lo que vale. Puedes hablar mucho o escribir de más, pero también tienes todo el derecho de guardar el silencio cuando lo necesitas, cuando solo quieres un poco de tranquilidad y conversar contigo misma.

Mi libro.
Puedo jugar con el inglés, español, italiano, francés... pero debo escribir de amor, sobre todo de amor, en idioma que hablaban mis padres. Son demasiados años lejos de mi tierra, de mi continente, de mi cultura, de mi lengua.

Quiero escribir de amor, es bueno, es sanador, me hará bien. También me piden un guión para una película, una tremenda y sorprendente historia de amor. La tengo.

Twitter.
Busco información, imágenes, consejos y comparto lo que me gusta, en este momento es la pintura contemporánea. Más nada. Hay muchas personas valiosas pero también muchas cuentas falsas y seguidores fantasmas, todos los famosos compran seguidores y no es un secreto para nadie. Quien quiere promocionar su nombre, marca o producto entra en una feroz lucha por tener más seguidores y jactarse ante su competencia.

Si tomamos en cuenta que ahora en una entrevista de trabajo te pueden preguntar sobre la cantidad de seguidores que tienes en las redes sociales y hay avisos contratando personal exclusivamente para buscar seguidores, no suena tan estúpido.

Un hombre que habla en las redes de una mujer en especial, es sexy, le presto atención, si habla de todas, para todas y con todas, ya no lo es, no me interesa y lo dejo de leer. Mayormente sigo a todos quien me quiere seguir y dejo de seguir quien me deja de seguir. No tengo Facebook.

Blog.
Tengo muchos pedidos de compartir un blog, de colaborar en otras páginas, de hacer biografías autorizadas... Compartir un blog con un hombre puede ser excitante y estimulante como también una pesadilla y un dolor de cabeza, todo depende de la relación que tenemos y la química. Con otra mujer - de ninguna manera. Cada bruja con su escoba y su gracia.

No tengo ni tiempo ni ganas de escribir para otras páginas, y lo que se trata de las autobiografías "autorizadas" es un asunto aparte. Sólo escribes lo que yo quiero, lo que me conviene y lo que no me perjudica. ¿Qué hacemos con lo que "te perjudica"? Tenemos un problema. Por ahora prefiero seguir con mi blog personal en español donde escribo cuando quiero y lo que quiero, es un gusto y un pequeño placer que me quiero dar.

Diciembre.
Mi mes favorito. Fue el mes cuando tomé las decisión más importante de mi vida - seguir viviendo. Hace mucho que no hago planes a largo plazo, apenas para un mes, vivo en un país muy inseguro y con una delincuencia incontrolable. No salgo sin gas pimienta y nunca después de las 10 de la noche, a veces voy de compras y no sé si regreso viva o no, me pueden asaltar, robar, atropellar, secuestrar, violar, matar... en fin. Hacer muchos planes por ahora no tiene sentido.

Otras costumbres, otro trato, otras celebraciones, otra comida, otra música... todo nuevo, todo extraño, todo muy diferente. "Nosotros somos como somos, eres extranjera y no tienes derecho de opinar". Tienen razón, no es mi asunto.

Siempre digo que me da igual dónde vivir, no es importante para mi si hay mucho calor o mucho frío, si hay mar, río o lago cerca, si es en la ciudad o en el campo, si es una casa o un departamento, si hay un coche o no hay un coche... estos detalles externos para mi no tienen ninguna importancia, no hago berrinches por tonterías. Pero vivir en un lugar tranquilo y seguro para mi es un lujo.

¿Cuándo pensamos en la palabra "felicidad"? 

Cuando una madre no duerme, intranquila, preocupada, es de noche y su hijo aún no llega. Ella sabe que su hijo ya es un adulto y no lo puede proteger como a un niño entre sus brazos, pero afuera hay delincuencia, hay violencia injustificada y muchas victimas inocentes, siente que en este momento su hijo puede estar en peligro. Escucha el sonido de las llaves en la puerta y las palabras: "soy yo mamá, todo esta bien." La felicidad.

Cuando te ahorras el dinero todo el año, en lo que se puede, moneda por moneda, para comprar a tu hijo un regalo que no espera. Tus zapatos pueden esperar, pero él debe tener a los mejores, de calidad, de marca, porque es tú hijo, porque mientras vives, a él nunca faltará nada: ni cariño, ni consejo, ni comida, ni ropa, ni techo... Y cuando escuchas: "¿Es para mí? ¿Cómo adivinaste? Gracias papá, eres el mejor." La felicidad.

Soy una mujer feliz porque quiero ser feliz, porque no me hago problemas por las cosas que no valen la pena y menos me preocupo por no tener algunas cosas materiales. Lo que no puedo comprar, no compro, si no puedo viajar, no viajo, y no me afecta en absoluto, y lo que tengo, lo cuido y aprecio, sobre todo cuando tienen un valor sentimental.

Rechazo propuestas de matrimonio porque no hay amor y no porque soy "una bruja histérica y caprichosa" como amablemente me llamó un despechado caballero.

Me gusta escuchar la risa de los niños, el sonido de la lluvia, del mar, me gusta el color de los árboles en el otoño, los viñedos que se pierden en el horizonte, el brillo de la luna en la nieve, sentir el olor de albahaca, de hierbabuena, del pan recién salido del horno, me gusta el frío cuando te tengo cerca... tan caliente.

Ser feliz no significa tener todo tampoco tener mucho, es saber apreciar y cuidar lo que tienes, ser detallista, apasionado, generoso, creativo, entregado, emocional, sentimental, sensible, cariñoso... ser un ser humano y ser agradecido.

By Liou.

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